¿Por qué celebramos hoy el Día Internacional del Jazz?
Desde 2011, cada 30 de abril se celebra el Día Internacional del Jazz, proclamado por la UNESCO para destacar el papel del jazz en la unión de culturas, la defensa de la libertad y la lucha contra la discriminación. Es más que una efeméride musical: es una celebración de cómo el arte sonoro puede transformar sociedades.
El jazz es mucho más que un género musical. Es una declaración de principios: de improvisación frente a lo establecido, de ritmo frente al silencio, de comunidad frente a la exclusión.
El nacimiento de una voz mestiza
El jazz nació a finales del siglo XIX en Nueva Orleans, una ciudad marcada por la convivencia (y el choque) entre culturas africanas, europeas, caribeñas y estadounidenses. De ese cruce surgió un nuevo lenguaje sonoro que combinaba blues, ragtime, spirituals y música popular con una fuerza expresiva inédita hasta entonces.
Era la voz de los oprimidos, pero también de los libres; de los que no tenían espacio en la música académica pero supieron inventar su propio sistema: el swing, la síncopa, la improvisación como forma de resistencia.
Una historia de transformaciones
A lo largo del siglo XX, el jazz se transformó, dialogó con otros estilos y generó infinitas ramas:
- El swing de los años 30 llenó las pistas de baile con Duke Ellington o Count Basie.
- El bebop de los 40 (Charlie Parker, Dizzy Gillespie) fue cerebral, veloz, casi revolucionario.
- El cool jazz de los 50 (Miles Davis, Chet Baker) trajo introspección.
- El free jazz (Ornette Coleman, Coltrane en su última etapa) fue una ruptura total con la forma.
Y después vinieron los cruces: el jazz latino, el jazz-fusión, el jazz electrónico, el jazz con raíces africanas o mediterráneas. El jazz nunca ha dejado de mutar, como la historia misma.
El jazz en España: del eco al lenguaje propio
Aunque el jazz llegó tarde a España, su desarrollo ha sido intenso. Desde Tete Montoliu en los años 60 —uno de los pianistas más virtuosos del siglo XX— hasta una escena actual ecléctica y vital, el país ha acogido el jazz como una forma de expresión artística libre.
Hoy, figuras como Andrea Motis, Marco Mezquida, Ernesto Aurignac o Jorge Pardo demuestran que el jazz español tiene voz propia, con matices locales y proyección internacional.
Además, festivales como el de San Sebastián (Jazzaldia) o el Festival Internacional de Jazz de Barcelona han contribuido a acercar este género al gran público y a tender puentes con otras disciplinas.
Jazz, arte y resistencia cultural
El jazz ha sido siempre un aliado natural de las demás artes. En los años 50, pintores como Jackson Pollock escuchaban jazz mientras creaban. Escritores como Jack Kerouac o Julio Cortázar convirtieron la improvisación jazzística en estructura narrativa. Y cineastas como Woody Allen, Damien Chazelle o Clint Eastwood lo han colocado como elemento dramático esencial en muchas de sus películas.
Pero también ha sido un lenguaje político. Desde Billie Holiday cantando “Strange Fruit” contra el racismo, hasta Nina Simone, Mingus o Kamasi Washington, el jazz ha expresado denuncia, protesta, identidad y libertad.
¿Por qué el jazz sigue siendo necesario?
Porque sigue enseñándonos a escuchar. En un mundo donde impera el ruido y la velocidad, el jazz nos invita a la escucha activa, a la pausa creativa, a la conversación entre voces distintas. Es un lenguaje colectivo: cada solo improvisado necesita de una base que lo escuche y lo respete.
El jazz es un espejo de la convivencia democrática: cada instrumento tiene su espacio, pero el diálogo está por encima del lucimiento personal. Quizá por eso, en plena era de algoritmos y homogeneización musical, el jazz sigue sonando como una resistencia elegante.
jazz para el presente y el futuro
En el Día Internacional del Jazz no solo celebramos un estilo musical, sino una actitud frente al mundo. Un recordatorio de que lo nuevo puede surgir del cruce, de la mezcla, de la diferencia. Y también, de que el arte puede ser libertad sin renunciar al compromiso.
Escuchar jazz hoy es, en cierto modo, un acto de memoria, de conciencia cultural y de disfrute estético. Una manera de seguir conectados con lo mejor de nuestra historia creativa.
Así que hoy, pongamos a sonar a Coltrane, Ella, Monk, Miles, Esperanza Spalding o Chano Domínguez. Porque el jazz no se celebra, se vive.