La gramática, escrita y dirigida por Ernesto Caballero, se presenta como una comedia ingeniosa y crítica que pone en escena una reflexión hilarante —y no exenta de acidez— sobre la obsesión contemporánea por la corrección lingüística. Con tintes de parábola distópica y un trasfondo que evoca la tradición de George Bernard Shaw y su Pigmalión, esta obra convierte el escenario en un campo de batalla donde la lengua se convierte en poder, prisión y maldición.
La premisa es, de por sí, irresistible: tras un accidente inesperado, una mujer de la limpieza de la Real Academia Española, sin apenas formación, se transforma en una erudita de la lengua y la gramática. Lo que podría parecer una bendición se convierte pronto en una pesadilla. Aquí entra en escena un neurocientífico que se ofrece a «desprogramar» a la protagonista, es decir, a resetear su cerebro para liberarla de la obsesión gramatical que la aísla socialmente. ¿Pero acaso es posible desaprender lo que nunca se aprendió?
Una sátira de la España actual
Bajo esta premisa, Caballero dispara contra varios objetivos con precisión quirúrgica. La gramática no solo homenajea el legado lingüístico español, desde Nebrija hasta Lázaro Carreter, sino que también lanza una crítica feroz a la España de la telerrealidad, el populismo cultural y la banalización del lenguaje. ¿Cuándo ser correctos se convirtió en un problema? ¿Cuándo hablar «bien» comenzó a percibirse como un acto de arrogancia o de distanciamiento social? La obra pone en cuestión la marginación que puede generar la competencia lingüística en un contexto donde la simplicidad comunicativa parece más valorada que la corrección formal.
José Troncoso y María Adánez, una pareja estelar
El reparto brilla con luz propia, liderado por José Troncoso y María Adánez. Su química sobre el escenario es palpable, y ambos actores despliegan una versatilidad que transita con facilidad entre la comedia más física y el retrato psicológico más sutil. Adánez, en el papel de la mujer atrapada en la cárcel de la corrección gramatical, sostiene con fuerza la transformación de su personaje, desde la perplejidad inicial hasta el paroxismo lingüístico final. Troncoso, por su parte, aporta el contrapunto perfecto con su control del ritmo cómico y su capacidad para la ironía.
Un anti-Pigmalión necesario
Ernesto Caballero propone una vuelta de tuerca al clásico de Bernard Shaw, solo que esta vez la metamorfosis no es deseada ni bienvenida. Aquí no hay Elizas Doolittle que aspiren a hablar como reinas, sino una mujer corriente que se convierte, contra su voluntad, en el epítome de la corrección gramatical. Este anti-Pigmalión nos recuerda que las palabras no solo construyen mundos, sino que también pueden limitarlos.
La gramática no es solo una comedia brillante, es una reflexión pertinente y necesaria sobre la relación entre lenguaje y poder. Con su humor punzante, su crítica a la televisión basura y su homenaje a la historia de nuestra lengua, Caballero ha creado una obra que permanecerá en la memoria del público. No sorprende que las localidades estén agotadas en la Nave 10 del Matadero, aunque ya se ha anunciado una gira para 2025. Para quienes disfruten del teatro que combina humor inteligente con una reflexión social afilada, La gramática es, sin duda, una cita obligada.