Un bocado de historia y devoción castiza
Mayo en Madrid tiene sabor a fiesta… y a rosquillas. Si hay un dulce que define las Fiestas de San Isidro, ese es sin duda la rosquilla del santo, un pastelito circular cargado de simbolismo, azúcar y tradición. Con distintas variantes —las tontas, las listas, las de Santa Clara o las francesas—, estas pequeñas delicias forman parte del ritual gastronómico de los madrileños desde hace más de dos siglos.
Pero ¿de dónde vienen exactamente? ¿Qué representa cada tipo? ¿Dónde se pueden degustar las mejores hoy en día? En DesArte Magazine te llevamos a una ruta cultural y gastronómica por el alma más dulce de Madrid.

Un poco de historia: entre la repostería conventual y el ingenio popular
Las rosquillas del santo tienen su origen en la repostería tradicional madrileña del siglo XVIII, aunque sus raíces podrían ser incluso anteriores. El contexto religioso, el auge de la devoción a San Isidro Labrador —patrón de Madrid— y la influencia de los conventos dieron lugar a esta costumbre que perdura hasta hoy.
Se dice que una famosa pastelera conocida como Tía Javiera, originaria de Fuenlabrada, fue una de las primeras en popularizarlas en la capital. Su receta de rosquillas “tontas” y “listas” se hizo famosa en las verbenas isidriles, donde las vendía envueltas en pañuelos con vivos colores. Desde entonces, la tradición de consumirlas durante las fiestas de San Isidro se convirtió en costumbre, y cada mayo resurgen en panaderías, pastelerías, mercados y hogares.
Los cuatro tipos de rosquillas… ¿y tú de cuál eres?
A simple vista todas pueden parecer similares, pero cada rosquilla tiene su carácter, su historia y sus matices de sabor. Estas son las cuatro variedades clásicas:
1. Tontas
Las más antiguas y sencillas. Sin glaseado ni cobertura, solo una masa ligeramente anisada y horneada. Reciben su nombre por su apariencia simple… pero no hay que subestimarlas: son sabrosas, secas y perfectas para mojar en café.
2. Listas
Cubiertas de un glaseado de azúcar, limón y clara de huevo que se seca creando una capa brillante. Son las más consumidas y populares. El contraste entre el dulzor del baño y la textura de la masa crea una combinación adictiva.
3. De Santa Clara
Toman su nombre de las monjas clarisas, famosas por su repostería. Estas rosquillas se cubren con merengue blanco que se endurece en el horno, dándoles un aspecto nevado y un sabor delicado.
4. Francesas
Las más modernas y sofisticadas del grupo. Van rebozadas en almendra picada o glaseado de sabores, y muchas veces se les añade un toque de canela o limón. El nombre alude a la inspiración afrancesada de la repostería del XIX.
Cada tipo tiene su legión de fieles, y lo ideal es probarlas todas para elegir tu favorita.
San Isidro y las rosquillas: un matrimonio inseparable
Las rosquillas del santo no son solo un postre estacional, son una expresión de identidad madrileña. Están presentes en las verbenas, en las casetas de la Pradera de San Isidro, en las panaderías de barrio y en los mostradores de las pastelerías más clásicas.
Se compran para llevar, se regalan a familiares y se comparten en celebraciones. Comer rosquillas en mayo es como ponerse un mantón de manila o bailar un chotis: una forma de reivindicar la cultura popular desde la alegría.
¿Dónde comprar las mejores rosquillas del santo en Madrid?
Si quieres probar rosquillas auténticas, te dejamos una ruta imprescindible con las mejores pastelerías tradicionales y obradores artesanos donde encontrarlas durante las fiestas:
1. El Riojano
Calle Mayor, 10
Fundada en 1855, esta pastelería histórica ofrece rosquillas con receta clásica y presentación impecable. Las listas y las de Santa Clara son su especialidad.
2. La Mallorquina
Puerta del Sol, 8
Una de las más famosas del centro. Sus rosquillas listas son tan brillantes como sabrosas, con un glaseado perfectamente equilibrado.
3. Formentor
Hermosilla, 81
Especializados en ensaimadas, pero cada mayo se rinden al dulce local con unas rosquillas de textura perfecta y sabor casero.
4. Horno de San Onofre
San Onofre, 3 y otras ubicaciones
Siempre una apuesta segura. Sus rosquillas francesas con almendra laminada son de las más refinadas de Madrid.
5. Pastelería Nunos
Narváez, 63
Un obrador donde tradición e innovación conviven. Sus versiones creativas de rosquillas francesas incluyen sabores como naranja, pistacho o chocolate blanco.
6. Panod
Prim, 1
Panadería de autor con estética contemporánea, que reinterpreta la rosquilla del santo con ingredientes ecológicos y técnicas actuales.
7. Pastelería del Pozo
Calle del Pozo, 8
Otro clásico centenario. Aquí la tradición se respeta al milímetro, y sus rosquillas listas son un bocado a otra época.
Rosquillas gourmet: la reinterpretación desde la alta pastelería
En los últimos años, algunos chefs y pasteleros han comenzado a reinterpretar las rosquillas del santo desde el prisma contemporáneo. Ejemplos como los de Nunos Pastelería o Pan.Delirio apuestan por introducir nuevos sabores, baños con ingredientes orgánicos, rellenos ligeros y presentaciones modernas que respetan la esencia del producto original.
También han aparecido propuestas saladas o en formato mini, ideales para eventos o caterings temáticos. Las rosquillas, sin dejar de ser castizas, se han convertido en un nuevo lienzo para la creatividad gastronómica.
Rosquillas en el arte y la cultura popular
No es extraño ver las rosquillas del santo en cuadros costumbristas, ilustraciones de fiestas madrileñas o incluso como parte de estilismos editoriales de moda castiza. Su estética sencilla y su forma circular las han convertido en símbolo de la primavera madrileña, casi al mismo nivel que los claveles o el mantón.
En redes sociales, especialmente en Instagram durante el mes de mayo, las rosquillas se convierten en contenido viral: fotos, recetas, reels de panaderías horneándolas o degustaciones en la Pradera.
Curiosidades que no sabías
- El color del glaseado de las listas varía según la pastelería: algunas optan por rosa pálido, otras por blanco con limón.
- En muchas casas madrileñas, las rosquillas se mojan en vino dulce o anís.
- A pesar de su nombre “del santo”, muchas recetas caseras incorporan licor, y en tiempos antiguos incluso se les atribuían propiedades digestivas.
Más que un dulce, una tradición viva
Las rosquillas del santo son mucho más que un dulce de temporada. Son una conexión directa con la cultura castiza, con la memoria de los abuelos, con las verbenas y los mantones, con el Madrid que resiste y que celebra. Ya sean tontas o listas, francesas o de Santa Clara, lo que importa es que saben a historia y comunidad.
Y este mayo, como cada año, es el mejor momento para comerlas. Con café, en la calle, en casa o en la Pradera. Pero siempre, con una sonrisa.